El único error que debes evitar como empresario

El único error que debes evitar como empresario

Que gran parte del éxito de nuestros negocios está en el tipo de mentalidad con el que lideremos nuestro proyecto, probablemente ya lo sabés de sobra. La mentalidad es la que determina nuestro accionar, que nos hace avanzar, estancarnos o, incluso, retroceder.

Pero, ¿cómo lograr pensar como un empresario? ¿Cómo piensa un empresario?

La mentalidad empresaria debe tener diversos ingredientes: visión a futuro, animarse a pensar a lo grande, tener confianza en que lo lograremos, pero también necesita de visión realista, trazar planes de acción concretos y estar presentes en el hoy observando nuestro entorno para detectar posibles amenazas a nuestro plan.

Ni muy muy, ni tan tan. Sin irnos a los extremos.

Por eso hoy te quiero dejar un cuento que tiene mucho que ver con la mirada empresaria para que veas de manera más clara de qué se trata este concepto tan importante, pero también tan intangible y difícil de comprender. Aunque tal vez grafica más “de lo que no se trata la mentalidad empresaria o lo que deberíamos evitar que nos pase”.

Yo a este cuento lo llamo: “La niña que quería más”.

Una mañana de verano, la niña cogió el cántaro lleno de leche recién ordeñada y salió de la granja tomando el camino más corto hacia el pueblo.

Iba a paso ligero y su mente no dejaba de trabajar. No hacía más que darle vueltas a cómo invertiría las monedas que iba a conseguir con la venta de la leche.

– ¡Ya sé lo que haré! – se decía a sí misma – Con las monedas que me den por la leche, voy a comprar una docena de huevos; los llevaré a la granja, mis gallinas los incubarán, y cuando nazcan los doce pollitos, los cambiaré por un hermoso lechón.

Una vez criado será un cerdo enorme. Entonces regresaré al mercado y lo cambiaré por una ternera que cuando crezca me dará mucha leche a diario que podré vender a cambio de un montón de dinero.

La niña estaba absorta en sus pensamientos. Tal y como lo estaba planeando, la leche que llevaba en el cántaro le permitiría hacerse rica y vivir cómodamente toda la vida.

Tan ensimismada iba que se despistó y no se dio cuenta de que había una piedra en el medio del camino. Tropezó y ¡zas! La pobre niña cayó de bruces contra el suelo. Solo se hizo unos rasguños en las rodillas, pero su cántaro voló por el aire y se rompió en mil pedazos. La leche se desparramó por todas partes y sus sueños se desmoronaron en un segundo. Ya no había leche que vender y, por tanto, todo había terminado.

Es un cuento que me encanta porque demuestra que no alcanza solamente con soñar. Soñar demasiado puede distraernos. Hay que saber en qué momentos permitirnos volar, proyectar en grande y cuando volver a poner los pies sobre la tierra para concretar ese plan a paso firme, atentos a lo que estamos haciendo y a nuestro entorno.

Como te decía al comienzo, la mentalidad empresaria requiere un equilibrio difícil de lograr, pero el día que lo dominamos, todo empieza a fluir.

¿Qué reflexión te deja a vos este cuento?