Antes: veinte mensajes de “¿cómo vamos?”.
Ahora: un video asíncrono de 6 minutos en Loom. Abro con el contexto de la semana, marco prioridades, nombro responsables y anticipo lo que puede trabarse. No pido respuestas. Pido reacciones (👍) para confirmar que lo vieron y, si hace falta, un comentario en el doc vivo que acompaña al video. Lo miro en la tarde: el equipo dejó preguntas puntuales debajo del apartado correspondiente y yo respondo ahí. Queda registro. Nadie me escribió “¿tenés un minuto?”. No fue magia. Fue diseño.
Antes: una reunión eterna para “ponernos al día”.
Ahora: cuando necesitamos vernos, entramos con una página guía ya escrita (Notion): objetivo, decisión buscada, links. Leemos en silencio 8–10 minutos. Después hablamos 15: preguntas, opciones, elección. Cerramos el doc con “qué hace quién para cuándo”. No hay acta que “alguien” redactará después. El acta es la página que ya usamos.
Antes: un Slack estallado de urgencias que no eran urgencias.
Ahora: acordamos qué sí es urgente y qué no. Si es sensible al tiempo, va a canal de chat; si necesita contexto o quedará como referencia, va a doc o tablero. Cuando alguien etiqueta “URGENTE”, debe decir qué pasa si nadie responde en 30 minutos (criterio por defecto). El equipo resuelve el 80% sin escalarme. Yo me entero y, si hace falta, afino. Autonomía no fue “soltarlos”: fue darles criterio.
No es hablar más; es hablar mejor. Para mí, comunicación efectiva es que el equipo comparta información, contexto y decisiones de forma clara, a tiempo y en un lugar donde esa info vive (y cualquiera puede encontrarla). La prueba de que funciona es muy simple: las cosas avanzan sin que yo empuje.
Para eso necesito cuatro cosas:
En Slack/Teams, la conversación ocurre en canales abiertos con nombres que cualquiera entiende: #anuncios, #proyectos-lanzamiento-oct, #clientes, #dudas-operativas, #social. ¿Por qué abiertos? Porque la comunicación privada fragmenta y me convierte, otra vez, en “la que sabe”. En canales, la información circula y las decisiones quedan visibles.
La casa del conocimiento es Notion (puede ser Confluence/Docs si preferís). Tiene un “Home” con accesos rápidos, un espacio de Proyectos (objetivo, alcance, responsable, hitos, riesgos), Playbooks (cómo hacemos X cosa) y un log simple de Decisiones (fecha, contexto, opciones, elección, motivo, quién ejecuta). No es un museo; es un taller. Todo se toca, se actualiza, se usa.
Para la gestión (Trello/Asana/Jira), cada tarea tiene fecha, responsable y “Definition of Done” (así sabemos cuándo algo está realmente “listo”). Si no tiene fecha ni dueña/o, no existe.
Y para reemplazar reuniones de actualización, uso Loom. Subo el video, lo acompaño con el doc y listo: la actualización vive ahí. Cuando haya que decidir, hacemos una reunión corta y el doc se actualiza al mismo tiempo.
Una cosa es decirle a tu equipo “sean autónomos” y otra es darles el sistema para que lo sean. Cuatro llaves que me funcionan:
Con estas cuatro llaves, te convertís en garantía de criterios, no en “validación obligatoria” para cada paso.
Hay frases que, repetidas, cambian la cultura. En mi equipo usamos estas (y te invito a adoptarlas):
No son fórmulas mágicas. Son rutas. Bajan la ansiedad, ordenan y evitan que el tema vuelva a explotar a los dos días.
Cuando trabajamos por pantalla, el margen para el malentendido se agranda. Si querés profundizar en este tema consultá la nota sobre inteligencia emocional; ahora solo voy a decirte que el sistema ayuda a la calma: si definís que toda reunión empieza con una página guía (se lee, se decide, se cierra) y que los temas sensibles van por video, bajás la reactividad y cuidás el vínculo. La “calidez” no se opone al orden: se potencia con él.
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El resultado fue obvio: menos interrupciones, menos “¿un minuto?”, más foco. Y, sobre todo, un equipo más seguro de avanzar.
No te pido que cambies todo de un día para el otro. Empezá por una sola cosa: elegí un proyecto piloto e implementalo un mes con estas reglas. Desde el día uno, creá su canal, su página en Notion y su tablero. Grabá un Loom los lunes con prioridades. Cada decisión que aparezca, se envía al log de decisiones. Cada entrega, con su handoff. Te prometo que la semana 2 ya se siente diferente.
Cuando veas que funciona en el piloto, cloná el formato en el resto. Y si querés sumar la capa personal para sostenerlo (pausas de decisión, check-ins de 90 segundos, feedback 1–1–1), volvé a la nota de inteligencia emocional. Ambos enfoques se complementan: diseño + hábitos.
La comunicación efectiva no es contestar más rápido; es decidir cómo circula la información para que el negocio avance sin vos. Cuando hay canales definidos, criterios compartidos y memoria del equipo, dejás de ser “la centralita” y pasás a ser lo que tu empresa necesita: dirección, visión, criterio.
Si querés que lo bajemos juntas a tu realidad —acuerdos, plantillas, mapa de canales, rituales sin reuniones eternas— lo vemos en mi Mentoría 1:1.
Agendá tu llamada de postulación aqui: https://www.alumbralab.com/solicitud-mentoring