En los últimos meses, trabajamos mucho junto a una emprendedora, Euge, en su mentoring uno a uno. Ella sentía que su negocio era como una caja de bombones surtidos: nunca sabés que sabor te va a tocar.
Durante varias semanas estuve ayudándola a ver cómo su negocio podía dejar de ser una caja de pandora. Trabajamos sobre la metodología para que su empresa pasará de ser esa caja de sorpresas, que le hacía sentir tanta incertidumbre, a ser un viaje planificado en detalle y con anticipación.
Si alguna vez planificaste un viaje, vas a entender a la perfección de qué te estoy hablando.
Recuerdo una vez que fuimos a la Patagonia Argentina, hacia el Glaciar Perito Moreno. Teníamos un hermoso viaje planificado. Sabíamos dónde dormiríamos, cuántas noches pasaríamos en cada lugar y veíamos claro como esa secuencia de transportes nos permitiría llegar al glaciar el día 10 de enero.
La planificación en los negocios, en general, tiene algo parecido a la planificación de un viaje. Planificás un camino y una secuencia de acciones para llegar a un destino definido en un cierto momento.
Sin embargo, la vida no siempre es tan lineal.
En mi viaje hacia el Perito Moreno, de repente, hubo un paro de radiotransmisores que hizo que se cierre el aeropuerto y se cancelen todos los vuelos. Tuvimos que recalcular: viajamos en colectivo para llegar al próximo destino.
Al contrario de un viaje, a veces en la planificación de nuestro negocio no se puede prever con tanta exactitud cómo se va a desencadenar la realidad.
Por ejemplo: en mi negocio planifico el lanzamiento de un nuevo juguete y estimo vender 100 unidades. Pero mi planificación se puede ver impactada por las acciones de la competencia u otros hechos del contexto que resulten en mayores o menores ventas a las esperadas.
Si las ventas resultan mayores, ¡a festejar! Pero si resultan menores… tendremos que ajustar el plan.
Para eso nos sirve la fijación de metas mensuales y la medición del progreso. Nos fijamos metas mensuales para detallar, en acciones aún más concretas, el camino que vamos a seguir para lograr el objetivo anual que nos propusimos.
La medición del progreso nos sirve para hacer ajustes a lo largo del camino, según las realidades que vayan surgiendo que nos ayuden, o demoren en el camino, para lograr nuestro objetivo.
Cuando terminamos de trabajar, con Euge, su plan anual detallado mes a mes y con todas las acciones que acompañaban los objetivos buscados, ella empezó a sentir que su empresa ya no era una caja de chocolates surtidos. Ahora era una caja de bombones elegidos por ella que iba a ir comiendo poco a poco, disfrutando su sabor.
Sabés que siempre el primer paso es reconocer donde estamos. Contame, tu negocio… ¿Es una caja de bombones surtidos o una caja de bombones elegidos por vos?
*Nota: el nombre de la emprendedora fue reemplazado por uno ficticio para resguardar su intimidad.
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