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Si quisieras venderla… ¿Cuánto vale tu empresa? Convertila en un activo valioso que muchas personas quieran tener

Dec 20, 2021

Si quisieras venderla… ¿Cuánto vale tu empresa? Convertila en un activo valioso que muchas personas quieran tener

Tomate un momento para pensar en tu negocio. Imaginate tu día laboral típico. En esa imagen mental… ¿Te ves en tu trabajo lleno de tareas operativas? ¿Estás apagando fuegos de forma constante? ¿Luchando por tachar una sola tarea de tu lista sin añadir 5 más?

¿O dirigís un equipo, delegás tareas y mantenés las ruedas en movimiento? ¿Tu empresa se parece a una máquina bien aceitada que funciona sin que vos pulses ni un botón? ¿O imaginaste algo muy distinto a esto?

Sea cual sea su aspecto, esta imagen de tu empresa define cómo estás haciendo negocios. Dejame explicarte qué quiero decir.

 

Las tres personalidades del empresario: ¿en cuál te estás parando?

Cada dueño de negocio se puede definir a sí mismo con un perfil específico: el operativo, el gerente o el empresario. Cada personalidad aborda distinto su día a día en la empresa. Cada una tiene hábitos y formas de ser automáticas. También, maneras diferentes de ver el negocio. Dependiendo de cuál sea tu perfil, los resultados que logres en tu empresa van a ser muy distintos.

Según la personalidad que estés adoptando en un momento dado, percibirás las piezas principales de la gestión empresarial de manera muy diferente. Veamos cómo cada tipo de empresario se relaciona con el tiempo y el dinero:

 

Personalidad operativa.

El operativo contempla solo el presente. Su principal preocupación es hacer las cosas. No se detiene a pensar en cómo se está gastando el tiempo o el dinero, para planificar o analizar, o mirar al pasado o al futuro. Se centran en mantener el negocio vivo en este momento y en obtener ingresos personales.

 

Personalidad de gerente.

El gerente, en cambio, vive en el pasado, el presente y el futuro. Cuando se trata del trabajo, su primer pensamiento es: ¿Cómo puedo crear un sistema para que otra persona haga esto (y yo no tenga que hacerlo)? Además… ¿De qué manera podemos generar ganancias? Para responder a esas preguntas necesitan datos del pasado, visión de futuro y gestión del equipo en el día a día.

 

Personalidad de empresario.

El empresario considera el tiempo y el dinero desde una perspectiva muy diferente. El dinero lo concibe como la creación de valor y patrimonio a través de la compañía. Se preguntan: Si tuviera que vender mi empresa en el futuro, ¿cuál sería su valor? No solo a nivel monetario, sino en términos de la promesa o experiencia que está ofreciendo. Siempre está reflexionando acerca del futuro. Su trabajo consiste en establecer una visión de cómo aumentar el valor de su negocio pensando en un comprador potencial o la siguiente generación que heredará su organización.

La mayoría de los empresarios se sienten más cómodos con una de las tres personalidades. Esa personalidad primaria es la que impulsa sus acciones, decisiones y comportamientos. Sin embargo, lo que deberías hacer es...

 

Pensá que tenés los 3 sobreros a tu disposición para intercambiar cuando necesites.

Como ya vimos, el sombrero que llevás afecta la forma en que te relacionas con el día a día. El sombrero que elijas lo define todo:

Si llevas tu sombrero de operaciones la mayoría de los días, tu negocio no crecerá más allá de tu capacidad para cumplir con las obligaciones. Solo puede desarrollarse hasta cierto punto porque vos te estás cargando todo a tus espaldas, y sos una persona con energía y tiempo limitados.
Para cambiar tu forma de hacer negocios, tenés que cambiar tu forma de pensar tu empresa: reemplazá el sombrero de técnico por el de empresario para establecer una visión de dónde querés estar en tres, cinco o incluso diez años. A continuación, ponete el sombrero de gerente para desarrollar sistemas que puedas enseñar. Es decir, capacitar a otros para que hagan el trabajo operativo.

Sencillo, en teoría.

 

Tratá a tu negocio como un objeto de valor.

El reto consiste en poner en práctica este principio. Puede resultar incómodo, antinatural y aterrador. Lo sé: ayudé a muchos mentoreados a pasar por esta transformación.

Te quiero contar sobre un cliente. Llamémosle Jorge(*).

Jorge(*) tenía una exitosa peluquería en Rosario. Siempre había luchado con la idea de ver su negocio como un activo sobre el que trabajar para aumentar su valor. Hasta que un día, por su cuenta, tuvo un "ahá moment" (un pensamiento “eureka”):

 

- "Nunca había visto mi negocio como una inversión, una póliza de seguro para mi familia. Pero lo es. Si por algún motivo no puedo seguir dirigiendo el negocio, ¿sobrevivirá? ¿Habría algo que mi familia pudiera vender?".

- "¿Qué pensás?", indagué.

- "No lo creo. Como mucho, podrían liquidar la decoración de la peluquería y el mobiliario que no es muy valioso".

 

Jorge se preguntaba si había creado una empresa o si había construido un trabajo sin jefes al que acudir cada día. ¿Su negocio valía algo a largo plazo? Siempre había estado orgulloso de decir que era "autónomo".  Sin embargo... ¿Qué significa ser autónomo?

Después de comparar a su negocio con una póliza de seguro, Jorge(*) pudo verlo como lo que era: una cosa de valor; algo en lo que invertir y construir. Su peluquería era pequeña en aquel momento, así que todavía tenía que llevar el sombrero operativo y trabajar atendiendo a sus clientes. Además, debía empezar a ser gerente y dirigir a su equipo.

Después de ese "ahá moment", Jorge(*) se puso el sombrero de empresario. Se convirtió en un propietario con una visión increíble. Empezó a trabajar con diligencia en todas y cada una de las tareas operativas, además de centrar su energía en ampliar y desarrollar a su equipo. Esta actitud lo cambió todo.

Como ves…

La forma en que pensás en los negocios es la forma en la que acabás haciendo negocios.

Si queremos desarrollar una mentalidad empresarial, es importante trabajar -paso a paso- para ser conscientes de cuándo sale a relucir cada una de las tres personalidades. Es decir, tenés que reconocer en qué momento estás pensando como una persona operativa, un gerente o un empresario.

A continuación, hacé lo que sea necesario para encarnar la personalidad que tu empresa necesita en cada momento. Incluso si eso significa comprar tres sombreros diferentes, colgarlos en la pared de tu oficina y cambiar de uno a otro a lo largo de tu jornada laboral.

Si te esforzás, si te ponés un determinado sombrero (literal o de forma figurativa) y te comprometés desde ese lugar, empezarás a notar cambios:

El sombrero de operativo va a empezar a estar más y más tiempo colgado. Tu visión para tu negocio crecerá. Las formas de trabajar, pensar y liderar nunca serán las mismas.

 

(*) Nombre ficticio usado para proteger la identidad del cliente.

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