Imagina que estás andando a caballo mirando hacia abajo . Ves la cabeza del caballo, los estribos con tus pies y unos metros hacia adelante. Ves que… ¡Estás avanzando! Sí, pero, ¿hacia dónde?
Cuando diriges tu propio emprendimiento, y te va bien, muchas veces pasas todo el tiempo avanzando, haciendo cosas y obteniendo resultados. Pero, a veces, no parás a tomar perspectiva, a mirar hacia arriba y ver hacia dónde yendo. Cuando avanzas mirando hacia abajo, sin quererlo podrías estar al borde del acantilado. Te cuento una historia que demuestra lo importante que es levantar la vista de las tareas operativas:
Hace poco estaba trabajando con un emprendedor super exitoso. Tan exitoso, que hasta yo me pregunté por qué contrataba un espacio de mentoría uno a uno . Con el transcurso de los encuentros me di cuenta: parte de su éxito se debía a invertir siempre en mentores que lo ayudasen a ver lo que él no veía. Pues todos tenemos cosas que no vemos (o puntos ciegos).
Tenía ventas muy altas y todo su foco y energía estaban en cómo lograr más y más ventas. Tan preocupado estaba por sus resultados que se olvidaba de parar y mirar estrategias simples, pero muy efectivas para perspectiva , como: fidelizar a los clientes existentes, evaluar cómo lograr un crecimiento internacional, ajustar los precios por inflación y optimizar su estrategia fiscal.
Cuando me senté a trabajar con este emprendedor pudimos, además de aumentar sus ganancias asociadas al incremento de sus ventas, revisar los gastos y las estrategias fiscales, generando millones de pesos de diferencia . Tal fue el éxito de nuestro trabajo juntos, que este emprendedor decidió que quería mantener el mentoring como un espacio permanente en su agenda, con reuniones semanales que le dieran seguridad, perspectiva y, al menos durante esa hora, levantar la mirada del camino y hacia donde cabalgaba.
Cuando empezás a emprender estás solo. Cuando crecés, aunque tengas un equipo de trabajo, también. Como empresario responsable de tu empresa, estás solo.
Al comienzo de tu proyecto, podrías pensar que no tenías dinero para invertir en un mentor. Que apenas generarás ingresos para sobrevivir. Es verdad. Pero para crecer siempre algo hay que invertir porque todos tenemos nuestros puntos ciegos : cosas que por mucho esfuerzo que hagamos o mucho que estudiamos del tema, no vemos. Necesitamos a otros con diferente mirada y/o experiencia que nos ayuden a notarlo.
Un buen comienzo es invertir tiempo en escuchar a tus clientes. ¿Quién mejor que ellos para decirte lo que buscan, necesitan y quieren? Empezá por aquí: dedicando tiempo a escucharlos, a crear un formulario de feedback con preguntas que te permitirá conocerlo y mejorar tus productos o servicios y tu experiencia.
Pero a medida que pase el tiempo, eso no será suficiente porque tus clientes no te darán todas las respuestas que tu negocio necesita para seguir creciendo. Ese es el momento justo para evaluar contratar una mentoría, aunque sea en algunos momentos puntuales del año, que te ayudarán a seguir mejorando.
A medida que esas mentorías vayan dando sus frutos, podrás contratar a un mentor que te acompañe a todo momento compartiéndote esa mirada estratégica que es tan necesaria para crecer. Además, creeme, vas a sentir una tranquilidad enorme al estar acompañado con una segunda mirada sobre las decisiones que tomás.
Es una mochila gigante que te sacas de encima para seguir disfrutando de este camino tan maravilloso, pero también con tanta responsabilidad.
Te merecés hacer esta inversión en tu negocio (y en vos) eligiendo un mentor que te guía hacia los objetivos que quieres conseguir. Va a abrirte los ojos sobre todas esas acciones que pueden ayudarte a pasar al siguiente nivel, muchas veces muy simples, pero que no las implementarás porque no las ves.
Mirá para arriba y prepárate para despegar.
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