Si empezaste romantizando tu emprendimiento, sabé que a muchos nos pasa o pasó lo mismo. Empezamos fantaseando con una vida ideal donde manejamos nuestros tiempos, no tenemos un jefe al que verle la cara, trabajamos cuando queremos y ganamos mucha plata.
Pero no tardamos mucho en darnos cuenta de que la realidad de un emprendimiento exitoso es muy diferente : si querés crecer, tenés que trabajar aún más que si tuvieras un jefe . Porque tenés que cubrir muchos roles hasta que llegás a ese momento en que podés delegar. Al principio trabajás al mismo tiempo como gerente general, secretaria y ejecutiva de marketing. Emitís las facturas, creás el producto o servicio y hacés el contenido de tus redes sociales (por nombrar solo algunas).
Llega un día en que reaccionamos de que si queremos que nuestro negocio crezca, nos tenemos que poner la camiseta de nuestra marca, responsabilizarnos como empresarios de nuestro negocio que somos y trabajar de manera constante por nuestras metas.
Cuando tomamos las riendas de nuestro negocio y nos hacemos cargo de todo lo que tenemos que hacer para que llegue a ser esa empresa que soñamos, normalmente el sentimiento es de estar abrumados. Con entusiasmo cuando vemos que algo funciona, pero muy abrumados por la cantidad de tareas para hacer.
Si te envió así, para evitar la tentación de caer otra vez en el romanticismo de aflojar y trabajar menos horas como habías fantaseado que sería, te recomiendo parar la pelota y ordenarte para cuidar tu motivación. ¿Cómo?
Si empezaste soñando con que tu emprendimiento facturaría mientras dormías, o pensando que emprender sería la forma de ganar mucho y trabajar menos, empezaste romantizando. La mayoría lo hacemos.
Ahora, ya sabés que no es así, al menos al principio. Pero si ponés manos a la obra podés hacer que sea realidad en un futuro, si lo deseas.
Con lo cual, si te va bien y querés que te vaya aún mejor, o si aún no te va tan bien cómo te habías imaginado, es momento de profesionalizarte y ordenarte. Para hacer realidad esa vida emprendedora de película que te hiciste en tu cabeza, durante un tiempo, vas a tener que dedicarle todo tu día a tu emprendimiento (tus 8 horas disponibles).
Eso si, una vez finalizada tu jornada, pará. Saber frenar para recuperar energías también es importante para evitar “quemarnos” y mantener ese ritmo de trabajo constante.
Recordá que la constancia es la que te va a ayudar a materializar el negocio (y la vida) de tus sueños.
Porque también están quienes terminan en el otro extremo: no pueden parar y el emprendimiento es como un pulpo devorador de sus días, meses y años. Aunque ese tema es para otro día, quiero advertirte de que tampoco es bueno trabajar sin descanso.
Ahora me gustaría que me respondas sin culpa ni vergüenza… ¿Empezaste romantizando tu emprendimiento?
ALL RIGHTS RESERVED.