Podrás pensar que es solo una palabra. Pero es una palabra que define tus comportamientos dentro de tu negocio y, por lo tanto, los resultados que estás obteniendo. Si sos un autoempleado consciente de ello y feliz de serlo, está perfecto.
El problema surge cuando nuestras expectativas son las de un empresario, con un gran negocio que está de manera casi constante pasando al siguiente nivel, pero nos comportamos como autoempleados. Esa incoherencia entre el proyectar, pensar y el accionar, solo trae frustraciones.
De aquí la importancia de conocer exactamente a qué nos referimos con cada uno de estos términos. Así soñaremos y actuaremos en consecuencia para atraer los resultados que deseamos.
A lo largo de mi vida profesional, pasé por dos estadíos diferentes (que podrían haber sido tres, pero gracias a conocer cada rol pude elegir en cuál me quería posicionar).
El primero fue cuando salí de la facultad y empecé a trabajar en relación de dependencia . La verdad es que, reflexionando, veo que esos trabajos me generaron muchos aprendizajes que me sirvieron luego para desarrollar mi propio negocio. Pero en ese entonces, cada mes veía que los ingresos que tenía estaban limitados por mi sueldo. Para aumentarlos, mi única opción era hablar con mi jefe de aquel momento, lo cual me incomodaba. También me incomodaba tener pocas vacaciones y tener que negociar cuándo las tomaba.
Hubo un momento, en mi caso fue cuando nació mi hija, en que sentí que si bien el trabajo me daba muchísima seguridad, la falta de libertad me agobiaba. Tuve la suerte de poder renunciar y comencé a actuar de la forma que había visto actuar a los líderes de las empresas de las que fui parte. Así me convertí en líder empresaria .
En ese momento, empecé a pensar un proyecto que tenía que ver con exportar mermeladas orgánicas a USA. Para poder hacerlo, no podía hacerlo sola. Las horas del día no eran suficientes para lograr todos los acuerdos, certificaciones y experiencia en exportar que necesitaba. Pero muy rápido conseguí financiamiento para formar un equipo de trabajo .
Estaba pensando como empresaria . Busqué crear un sistema , una forma replicable, un proceso para pasar de frutas finas de la Patagonia a mermeladas envasadas en la góndola de un supermercado en USA. Yo no tocaba la fruta, ni hacía el dulce , sino que había creado una cadena de valor para lograrlo. Si bien yo trabajaba a diario (y mucho) en la empresa, al año de trabajar, podría haber delegado mis tareas en un gerente e inclusive vender la empresa.
Pero, al renunciar a la empresa donde trabajaba, en lugar de convertirme en empresaria, también podría haber pasado a ser autoempleada. Esto no es bueno ni malo, sino que desde mi mirada es bueno tenerlo en claro para saber hacia dónde direccionar nuestros esfuerzos y saber de antemano cuáles son los resultados que vamos a conseguir según el lugar donde elegimos posicionarnos. Son roles diferentes que traen resultados diferentes. Entonces te preguntarás…
Cuando somos autoempleados …
En cambio, cuando somos empresarios …
Tal vez, al leer las diferencias, te estás dando cuenta que aspira a disfrutar de los beneficios de un empresario, pero estás actuando como un autoempleado. Entonces te estás preguntando… ¿Se puede pasar de autoempleado a empresario?
¡Claro que sí! Con un plan todo se puede. No puedo prometerte que rápido será ni fácil. Requiere de, como ya vimos en artículos anteriores , un cambio de mentalidad y de prioridades, entre otras cuestiones. Pero se puede y cuando estés disfrutando de los beneficios de los que siempre soñaste disfrutar cuando renunciaste a tu trabajo, el esfuerzo habrá valido la pena.
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Ser empresario es vivir unos pocos años de tu vida como nadie quiere, de tal forma que puedas disfrutar del resto de tu vida como nadie puede.
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