Llegar a enero sin una estrategia clara es como abrir el local con las luces apagadas: hay movimiento, pero no dirección. Lo vi muchas veces en mentorías: equipos con ganas, ideas por todos lados, publicaciones “cuando se puede” y una sensación de estar trabajando mucho… sin ver el impacto que esperaban. No es falta de esfuerzo, es falta de plan de marketing que ordene prioridades, elija batallas y convierta las buenas intenciones en acciones medibles.
Para mí, un buen plan no es un documento eterno. Es una brújula práctica que une tres piezas y se baja a tierra en el Q1 (primer trimestre del año):
Te cuento cómo yo lo trabajo para que entres a 2026 con foco y espalda.
El norte primero: una meta clara y pocas sub-metas
Antes de abrir el Excel y pensar en posteos, necesito un norte. Para 2026 elegí una meta principal de marketing —bien concreta— y, a lo sumo, dos o tres sub-metas que la sostengan. Nada de listas infinitas.
Por ejemplo: “A partir de abril, generar 300 consultas calificadas por mes” como meta madre. Y como apoyos: “Mejorar la conversión de la landing al 4,5% para marzo” y “Lograr que el boletín alcance 35% de apertura y 5% de clics para mayo”. No son números al azar: están atados a resultados de negocio (ventas, permanencia, ticket). Si tu plan de marketing no conversa con los números de tu empresa, se vuelve decoración.
Conocer a quién le hablás (de verdad)
Cuando hablamos de “Buyer persona” (cliente ideal o avatar) no nos referimos a ese dibujito simpático: es entender cómo decide tu cliente ideal. Yo lo bajo a una página muy simple con cuatro bloques:
¿Cómo lo armo sin que se haga eterno? Con cinco a siete conversaciones cortas con clientas actuales o leads que estuvieron cerquita de comprar, revisando mensajes privados y correos para capturar frases textuales, y una mini encuesta para validar prioridades. No busco “la persona perfecta”; busco patrones: los tres miedos que más se repiten, la promesa que más les importa, el contexto en el que deciden (fin de trimestre, auditoría cerca, pico de demanda). Con eso ya tenés materia prima para todo el año.
Tu lugar en la mente: posicionamiento sin humo
El posicionamiento contesta una sola cosa: ¿por qué te eligen a vos y no a otra opción? No es un slogan; es una promesa que podés sostener. Me gusta escribirla como si fuera una frase de una línea que después guíe todo:
Ayudo a [quién] a lograr [resultado específico] en [plazo/condición] con [método/diferencial] priorizando [atributo que valoran].
Un ejemplo: “Acompaño a estudios contables boutique a generar demanda recurrente en LinkedIn en 90 días con un sistema de contenido y prospección consultiva, priorizando calidad sobre volumen”.
Luego, respaldalo con pruebas: antes/después, métricas, testimonios, casos. Eso te da base para sostener precios y mensajes sin culpa.
Elegir pocos canales y hacerlos bien
No necesitás estar en todos lados. Elegí un canal principal (tu escenario) y uno o dos de apoyo (amplificadores), según dónde tu buyer ya está buscando soluciones.
Pensalo en tres familias, sin tecnicismos: tu “casa propia” (email, web, comunidad), la recomendación/alianzas (prensa, referidos, colaboraciones) y, si te sirve, una palanca paga puntual (anuncios o patrocinios) para acelerar campañas clave.
Mejor pocos frentes con constancia que 10 canales abandonados.
Mensajes y ofertas: lo que realmente vendés
Un plan de marketing vive o muere por su claridad. Definí tres ideas-fuerza que vas a repetir todo el trimestre, cada una atacando un dolor y prometiendo un resultado. Y elegí una oferta principal para Q1: puede ser un descargable de alto valor con diagnóstico breve, un taller de entrada, una sesión de evaluación o un paquete inicial muy claro. No vendas horas: vendé resultados y alcance definido. Así mejora tu conversión y tu paz mental.
De la intención al calendario: Q1 ejecutable
Acá es donde muchas se traban. Te propongo un esquema simple para enero, febrero y marzo que combina educación, prueba social y una invitación concreta.
Arrancá el año ayudando a tu audiencia a poner nombre a lo que le pasa. Una guía “cómo resolver X en 7 pasos”, un artículo largo que ordene el tema y un vivo de preguntas y respuestas de media hora. La idea es que te perciban como claridad en medio del ruido. Desde la guía, ofrecé un diagnóstico breve para entender si tu solución encaja.
Contá historias reales: un caso profundo (qué pasaba antes, qué hicieron, qué cambió), dos testimonios en video y una conversación con una aliada del nicho. Es el mes de la confianza. No edulcores los desafíos: mostrarlos con honestidad te hace más creíble.
Convertí todo ese interés en acción. Presentá tu oferta de entrada con una landing clara: qué incluye, qué no, plazos y próximos pasos. Dos semanas con piezas educativas que explican partes del proceso, recordatorios amables y un cierre con bonus para quienes se suman temprano.
¿Y la semana a semana? No hace falta una grilla infinita. Con que sostengas un ritmo básico, funciona: una pieza “grande” (artículo, video o masterclass breve) de la que derivás dos o tres piezas cortas para redes, más un correo que conecte el punto y deje una llamada a la acción. Lo importante es que esté agendado y tenga dueños: quién investiga, quién escribe, quién publica y quién mira números. Sin eso, se diluye.
Presupuesto y capacidad: realismo que cuida el negocio (y tu energía)
El plan de marketing también se financia y se ejecuta con gente real. Definí cuánto vas a invertir por mes en producción de contenidos, diseño, herramientas y, si aplica, anuncios. Más importante: medí tu capacidad. ¿Cuántas piezas podés producir sin romper el equipo? ¿Cuántas consultas podés atender sin que caiga la calidad? Un plan que ignora estos límites se agota en febrero.
Agendá tres rituales simples:
No se trata de control, se trata de continuidad.
¿Cómo medir sin marearte?
Elegí un resultado principal para el trimestre (por ejemplo, consultas calificadas o ventas del paquete de entrada) y cuatro o cinco señales que vos sí podés mover: porcentaje de conversión de la landing, apertura y clics del boletín, clics al botón de agenda/WhatsApp, cantidad de piezas “grandes” publicadas y tiempo promedio de respuesta a consultas. Mirá los números por mes (no todos los días) para evitar la montaña rusa emocional. Y olvídate de los “me gusta” sueltos que no empujan tu resultado principal.
Ajustar a tiempo: el viernes es tu aliado
Cada viernes, 20 minutos: ¿qué funcionó?, ¿qué no?, ¿qué repetimos la semana próxima?, ¿qué probamos distinto? Si la guía no convierte, revisá el título y la promesa; si el vivo se sintió denso, probá formato preguntas rápidas; si la landing tiene visitas pero no convierte, mejorá la claridad de la oferta y agregá prueba social. Aprender rápido vale más que insistir por inercia.
3 Errores típicos de enero (y cómo esquivarlos)
Estos 3 errores los detecto casi siempre:
La salida es sencilla: una meta clara, calendario Q1 con responsables, y un puñado de métricas que te muestren si estás acercándote o no. Si algo no tracciona en cuatro semanas, no lo vivas como fracaso: es un ajuste de ruta.
Tu mini-check antes de cerrar el año
Revisá que tengas, en una sola vista:
Si todo eso cabe en 6–10 páginas de Notion o Drive, vas bien. Si necesitás 40, estás planificando de más y ejecutando de menos.
Menos ruido, más dirección
Un plan de marketing no es una cáscara bonita: es la manera de dejar de improvisar y de cuidar tu energía. Cuando sabés a quién le hablás, qué prometés y cómo lo vas a llevar a la práctica semana a semana, baja la ansiedad, sube la calidad y, sí, aparecen los resultados. Enero ya no te corre: lo liderás.
Si querés que lo armemos juntas y empezar 2026 con todo esto listo —buyer persona, posicionamiento, mensajes clave y calendario Q1 ejecutable—, en mis Mentorías 1:1 trabajamos tu caso, con tablero, guiones y métricas que podés sostener.
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